En una sociedad en crisis económica donde es urgente que el dinero se mueva, es una realidad lacerante el enorme retraso, las mas de las veces injustificado e inaudito, que sufren los proyectos de construcción de instalaciones hípicas que, aunque finalmente se conceden, ponen a prueba la paciencia y tenacidad de los solicitantes con reiterados obstáculos de poca monta, que originan muchas veces el aburrimiento y abandono de los promotores, con el consiguiente deterioro económico para los mismos, para los técnicos y empresas colaboradoras y para los puestos de trabajo que dicho proyecto hubiera generado.
La causa de estos retrasos son básicamente tres, una exuberante legislación a veces contradictoria, la colisión de competencias entre administraciones y departamentos variopintos que encima pueden estar a cargo de políticos de distinto signo y una desidia general en el funcionariado que no ayuda.
Ante ésta situación parece que no cabe sino tirar de influencias, contratar especialistas en saberse manejar por esos laberintos competenciales, crear nuevos lenguajes que obligan a disfrazar instalaciones perfectamente lógicas, necesarias y permisibles mediante subterfugios, gastar mucho más de lo necesario y esperar. Otros prefieren optar por la vía rápida de la ilegalidad y posterior justificación. No es lo lógico, pero es comprensible en éste estado de cosas.
Una de las instalaciones hípicas más difíciles de conseguir llevar a cabo es el picadero cubierto o pista cubierta de trabajo. No se explica fácilmente, pero la realidad demuestra que la terminología de “picadero cubierto” parece sugerir indefectiblemente a los responsables competentes la asociación con conceptos como explotación lucrativa o negocio, términos que al parecer tienen un carácter infamante y deleznable que hacen que el proyecto tenga que sufrir un calvario antes de ver la luz.
La realidad es que el picadero cubierto es una herramienta que permite el trabajo cotidiano de la instalación equina con independencia de la climatología. Esa es su verdadera razón de ser. Si además está dotado de zona social, gradas, almacenes o cuadras anexas, podrán añadirse otras cualidades a dicha construcción que permitan otras utilidades de la misma y una más rápida amortización, pero no necesariamente son una condición esencial.
En LUPA intentamos abrir caminos y ofrecer soluciones y por eso estamos comercializando picaderos cubiertos portátiles. Los picaderos cubiertos portátiles son estructuras desmontables que por su condición de instalación efímera, no pueden considerarse una construcción al uso y no están sujetas a la misma normativa. Esto facilita su instalación, ya que no tienen el carácter de definitivo que tiene una obra tradicional.
Disponemos de picaderos standard de dos dimensiones distintas : 16ms de diámetro (200 m2 de pista) y 18ms de diámetro (250 m2) que están fabricados en carpintería metálica galvanizada en caliente, cubierta en poliéster de alta resistencia clase M2 (lona de 680 gr/m2), con posibilidad de instalar cerramiento lateral transparente y guardabotas a base de paneles de contrachapado marino plastificado por las dos caras enmarcados con perfiles galvanizados y doble puerta de acceso. Las dimensiones de interés son : altura total : 5,6ms y altura mínima interior : 3,4ms. Su instalación es sencilla : se precisa de una explanada con la superficie del modelo elegido y unos dados de hormigón de 60x60x60cm para su sujeción.
Esta solución es ideal para escuelas, poni clubs y particulares, lógicamente no tiene la versatilidad de un picadero de construcción tradicional sea o no prefabricado pero, sus virtudes son : ausencia de permisos, rapidez de instalación, funcionalidad, precio cierto, portabilidad y mantenimiento de la inversión en caso de traslado y la garantía de un proveedor acreditado como Lupa. Si está vd. interesado en una solución similar y quiere orientarse sobre su precio, entre en www.lupaiberica.com : tienda : construcción o bien solicite un presupuesto y se lo remitiremos sin compromiso alguno por su parte.
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